2 de febrero de 2012

¿Qué se puede decir de una de las mejores escritoras de todos los tiempos?

Carolina Coronado, extremeña y española fue una autora consagrada y me quedo sin palabras al leer su poesía en el libro "Antología poética". Me voy por la mitad del libro y lo que más me ha llamado la atención, aparte de su poesía romántica, pasional e intimista, es cómo en su poesía proclamaba los derechos de la mujer. Sin duda alguna es una precursora, siendo de la primera generación de escritoras Españolas.
Por ello quiero recordar su biografía y dejar unos breves versos al final de Carolina Coronado, en concreto uno de los poemas más cortos pero a la vez muy romántico de su singular poesía.

Carolina Coronado (1820-1911)
Nació en Almendralejo (Badajoz) en 1820 y murió en Lisboa en 1911.
Su poesía de estilo posromántico, expresa un amor intenso, lleno de misticismo y nostalgia de la naturaleza, que en ciertos aspectos recuerda a Bécquer. Sus poemás fueron publicándose poco a poco en revistas y más tarde se publicó su producción poética en un único volumen (1843), con prólogo de Hartzenbusch. Sin embargo, hasta hace poco no se ha conocido la totalidad de su obra.
Escribió un total de 15 novelas, entre ellas "Paquita" (1850) y "La Sigea" (1854).
Yo me acabo de leer el libro "Jarilla", y aunque parece largo no lo es, su lectura ha sido muy amena (he tardado una semana en leérmelo, os aseguro que engancha)  recuerda un poco a los amores imposibles de "Romeo y Julieta" pero en un ambiente histórico ficticio, ¡está fantástico!
Además de obras de teatro como "El cuadro de la Esperanza"



Más información en:


¡Oh cuál te adoro! (Carolina Coronado, 1845)

¡Oh, cuál te adoro! con la luz del día
tu nombre invoco apasionada y triste,
y cuando el cielo en sombras se reviste
aun te llama exaltada el alma mía.


Tú eres el tiempo que mis horas guía,
tú eres la idea que a mi mente asiste,
porque en ti se concentra cuanto existe,
mi pasión, mi esperanza, mi poesía.

No hay canto que igualar pueda a tu acento
cuando tu amor me cuentas y deliras
revelando la fe de tu contento;

Tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
y quisiera exhalar mi último aliento
abrasada en el aire que respiras.

Continuar leyendo